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Verbier, Lausanne, Vevey y Montreaux

Hoy nos vamos a Verbier, está a unos 20 minutos desde Martigny. Es un pueblo situado en lo alto de una ladera y más allá tenemos unas vistas espectaculares de los distintos montes que nos rodean. Esta zona es abarrotada por ingleses pudientes en la época invernal puesto que vienen a practicar sus deportes favoritos.  En Verbier tenemos un hotelito de 5 estrellas donde pasar una noche en invierno cuesta el módico precio de 500 francos. No apto para bolsillos prudentes.

El día nos ha salido nublado y de repente se ha despejado. Aparcamos el coche y nos disponemos a coger el remonte hasta el Mont Fort. Este telesilla nos subirá tras una hora de camino a 3.350 metros. . Verbier está a 1.530 metros. El precio del viaje es de 45 francos por persona, en invierno estos precios se duplican.

Tras llegar a lo alto notamos el frío de la montaña y subimos hasta la cruz situada en lo alto del monte. Esta pequeña subida se hace notar por la altura. Cuanto más alto más te cuesta dar un paso en la montaña…  Tenemos vistas de los Alpes en 360 grados. Es espectacular!! Nos maravilla el paisaje, sus glaciares y a pesar de que todo abajo esté verde y soleado arriba cambia completamente. Al menos está despejado, subir y que esté nublado hubiera sido viaje en balde.. Bajamos tras estar un ratito y recorrer la zona, paramos en zonas intermedias y por último en Verbier antes de llegar al parking de abajo. En Verbier damos una vuelta viendo las preciosas cabañas  de madera estancadas en las laderas.

No hemos podido volar el dron por el viento que hace y nos quedamos con las ganas. La verdad que ver los paisajes a vista de pájaro es una gozada.

Volvemos ya para casa y paramos en un supermercado Migros (cadena suiza) y allí compramos unos yogures deliciosos como jamás he probado (0,95 francos la unidad) , así como un chocolate increíblemente bueno (2,50 la tableta). Este super está rodeado de montañas y haciendo sol como hace en este momento hace que no quieras volver al coche.

Regresamos al hogar y tras una paella negra y un mini descanso nos vamos a Lausanne que está a unos 90 kilómetros. Paramos en parking Centrum y pagamos a un franco cada 15 minutos. Salimos por la zona de Quartier du Flon, un barrio que se ha puesto de moda por los bares ,  restaurantes y galerías de arte con exposiciones callejeras. Está rodeado de tiendas y edificios modernos que antiguamente eran almacenes.

Llegamos a la plaza de Europa donde su puente emula a un famoso acueducto de España. El puente es altísimo y atravesamos la Rue Centrale hasta la place de la Palud donde se encuentra el ayuntamiento y una fuente donde una estatua simboliza la justicia.

Allí tenemos cambio de hora de 9 a 19 horas y los turistas se suelen agolpar para verlo. De ahí subimos por la escalier du marché hasta la Catedral y entramos.

Las vistas de la ciudad son muy buenas desde ese punto. Bajamos de nuevo a la calle principal y subimos por la Rue Saint Francois llena de tiendas ( qué suplicio subir aquello para ir de shopping) y llegamos a la Place St. Francois donde vemos la iglesia. Se ve también el edificio de correos. Volvemos por la Rue du Grand Pont y bajamos el ascensor no sin antes fotografiar la escena desde lo alto del puente. De lejos hemos visto la torre Bel Air, el primer rascacielos de Suiza construído en 1931 que pasa sin pena ni gloria. De lejos divisamos el Palais du Rumine del que nos enteraremos después del nombre. Bajamos por un ascensor y cogemos el coche.

Bajaremos ahora a la zona de los muelles de Ouchy, cercano al museo olímpico. Allí mismo tenemos la oficina de turismo en un hotel con una fachada preciosa. Pedimos información y paseamos la zona contemplando la plaza del puerto, viendo el Hotel de Ouchy y viendo un poco el paseo con las elegantes residencias de la Belle Epoque.

El lago Leman que contemplamos es tremendamente grande y parece estemos en plena costa frente al mar.

Volvemos al parking tras pagar algo similar al anterior y bordeamos el lago de camino a Vevey viendo las mansiones, los viñedos patrimonio de la Unesco , los pueblos circundantes al lago que no tienen desperdicio.

Llegamos a Vevey y dejamos el coche en la plaza central. Echamos dinero en una especie de máquina de Ota y callejeamos buscando el tenedor gigante. Allí lo tenemos casi enfrente de la fábrica de Nestlé. Vemos cómo hay piedras en la orilla del lago donde hay clavadas sillas para contemplar el paisaje, pescar, leer o pasar el rato en plan romántico. Damos una vuelta de una hora y el parquímetro nos ha cobrado un franco.

Ahora iremos a Montreaux, es el festival de Jazz y es famoso en el mundo entero. Vemos cómo hay mucho ajetreo de coches y nos toca esperar en un pequeño atasco. Nos dejan pasar al centro diciéndole que no le entendemos, menos mal porque estaban desviando a los coches. Se conoce que no había parking y a muchos kilómetros del centro ya cortaban el paso. Nosotros pasamos por todo el centro viendo la animación callejera, los puestos de comida y de abalorios así como la cantidad de gente reunida frente a unos escenarios al aire libre. La pena que esté todo a tope y no se pueda aparcar. Vemos de pasada la estatua del famoso Freddie Mercury donde mi novio fan suyo quiso parar.. pero imposible..

Las casas de Montreaux me recuerdan a las de la alta burguesía de Biarritz. Son majestuosas. Seguimos bordeando el lago y llegaremos a Villeneuve donde vemos el arbolito en medio del lago así como el Chateau de Chillón que ya visitamos la vez anterior. Volvemos a Martigny donde mi hermano nos prepara unas pizzas de masa casera para cenar.

Me encanta viajar y vivo mi día a día pensando en mi próxima aventura. Espero que disfrutéis leyendo mis relatos alrededor del mundo.

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